lunes, 11 de octubre de 2010

La marioneta

Los hilos colgaban de sus brazos y piernas. Por sobre ellos los titiriteros reían y se esforzaban con un leve movimiento de muñeca haciéndolos ir hacia la sonrisa del público expectante. Todos debidamente vestidos con largos trajes negros y maquillados con derechos color café.

La obra parecía no tener fin. Los entusiastas espectadores disfrutaban ver a esos extranjeros con caras asustadas clavar las manos en la tierra virgen regando con gotas de sangre el fruto de la incertidumbre.

Fueron varios los planos que se sobrepusieron en aquella marioneta, la pérdida, el dolor, la bronca y la voz de seres supremos que le trazaron con tinta su destino.

Como en un sueño se le revelaron todas las cosas del universo entero.

Vio, sintió, vivió como en un Aleph toda su burda y abnegada vida de marioneta entonces la sangre corrió por sus ojos como en una pincelada roja. Algo en su pecho empezó a moverse rítmicamente, su cuerpo de trapo se articuló por sí mismo.

La tela se desgarró, algo de adentro igual a su cuerpo se liberó, lanzó un alarido eterno que retumbará por siempre en los oídos de las asustadas marionetas y los burlistas expectantes.

Deseó ser libre y lo fue.

Arrancó los hilos de sus manos y pies. Se entregó por completo a la búsqueda de libertad. Corrió y se zambulló en las aguas del anarquismo.

Navegó durante años de tormentas, gritos y sangre que duraron un segundo y murieron con la esperanza de un esperado café dulce.


Leti

No hay comentarios:

Publicar un comentario