Sueños móviles, pedazos de infancia. Azules y rosas, marinos, campestres.
En el suelo, en el cielo, en el profundo océano, en la semifusa del acorde olvidado.
Cada uno con su historia, con su mano extendida. Sueños plateados de algo que no fue, modestas bailarinas que danzan aunque su música ya no suene.
Custodios de alas brillantes, delfines amenazando el aire oscuro. Estrellas salpicando el techo, mariposas estáticas que luchan por alcanzar sus flores.
Es la brisa que entra casi por descuido quien les recuerda que siguen vivos, que son sus sueños los que quedaron inmóviles, por una costumbre casi malvada de tenerlos presos en mi cuarto.
Leti
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